miércoles, 17 de agosto de 2011

Reflexiones sobre la cultura material 1

Minutos a $200



Es fácil pensar que el negocio de la telefonía es la comunicación. Sin embargo, todos sabemos que el discurso económico de los operadores telefónicos no hace sino ofertar tiempo. “Tiempo al aire”. Y el advenimiento de la tecnología celular se estableció bajo el mismo principio que su predecesor de telefonía fija, introduciendo una diferencia de grado y no de cualidad.  En otras palabras, el verdadero contraste entre una tecnología y la otra, es que el celular le impone al usuario una conciencia intensificada de la duración de una llamada, porque integra un temporizador. Nuestra voz se mide en tiempo. 

Así que la comunicación queda enmarcada en una economía temporal aunque, informacionalmente, la verdadera transacción ocurre en términos de señales que van de un emisor a un receptor, según el célebre modelo Shannon y Weaver. Semióticamente, el producto incorpora incluso un código y un feedback. Y técnicamente lo que existe son frecuencias distribuidas a lo largo de células o celdas localizadas en toda la ciudad.  Pero ningún operador establece sus tarifas basados en el número de señales, o  de feedbacks que se pueden contar durante una interacción telefónica. Tales unidades resultan ineficientes, porque no existe un soporte tecnológico y una teoría suficientemente desarrollada que las mida en tanto que magnitudes discretas, al menos, no sin irrumpir en la privacidad de los participantes. El tiempo sin embargo es una noción mensurable y convencional. La paradoja entonces radica en que un negocio que vende telecomunicaciones, cobra tiempo. Alguien está equivocado: o los operadores no saben nada de las teorías comunicativas, o esas teorías no han sabido incorporar el tiempo en sus modelos. 

La consecuencia final de esa confusión es que el tiempo como unidad de medida impacta nuestro modo de hablar por teléfono. Todas las estrategias de interacción deben ajustarse a una línea temporal, de por ejemplo cinco minutos, según lo prescriben algunos planes de telefonía de voz prepago. Dentro del marco de esos planes, el usuario debe suspender la interlocución, generando estrategias verbales de interrupción y reanudación de los turnos de habla. Los hablantes integran un repertorio de recursos discursivos para colgar y/o restablecer el dialogo. Hablamos entrecortadamente. La duración de lo que decimos es proporcional a nuestro presupuesto. Nada nuevo. Solo que ahora está cronometrado.

Bibliografía sugerida 

Castells, M. Fernández M. Linchuan J. Sey, A. (2007) Comunicación móvil y sociedad, una perspectiva global. Barcelona: Ariel – Fundación Telefónica.

Woodward, I. (2007). Understanding Material Culture. London: SAGE Publications Ltd. 

David Zuleta

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